El retorno estratégico del Sur Global

por Lic Cesareo Gonzalez.
Un mundo en transición
El tablero global está cambiando a una velocidad sin precedentes. Durante tres décadas, tras la caída del Muro de Berlín, Estados Unidos se consolidó como la única superpotencia. Sin embargo, esa etapa unipolar se desvanece. Hoy, la rivalidad entre Washington y Pekín domina los titulares, mientras Moscú intenta revalidar su influencia en medio de sanciones y guerras. Pero en paralelo ocurre un fenómeno menos ruidoso y quizás más trascendental: el retorno estratégico del Sur Global.
India, Brasil, Sudáfrica, Turquía, México, Indonesia y muchos otros países de peso medio se niegan a quedar atrapados en la lógica de “o con Occidente o con China-Rusia”. Buscan caminos propios, defienden la autonomía y redescubren la vieja bandera del no-alineamiento, ahora renovada con pragmatismo y poder económico (Mahbubani, 2020).
De Bandung al siglo XXI
La idea no es nueva. En 1955, la Conferencia de Bandung reunió a líderes como Nehru (India), Nasser (Egipto) y Sukarno (Indonesia), que rechazaban ser arrastrados a la Guerra Fría. Aquella reunión dio origen al Movimiento de Países No Alineados, que en su momento llegó a sumar más de 100 miembros (Prashad, 2007).
Hoy, sin embargo, el contexto es diferente. La Guerra Fría fue un duelo ideológico entre capitalismo y comunismo; en cambio, el siglo XXI se define por interdependencia económica, cadenas globales de suministro y rivalidades tecnológicas.
El nuevo no-alineamiento no es una declaración romántica, sino una estrategia realista: negociar con todos, diversificar socios y convertir la neutralidad en un activo.
El peso del Sur Global en cifras
La relevancia del Sur Global ya no es solo política, sino también económica.
Según el Banco Mundial (2023), los países en desarrollo aportan más del 50% del PIB mundial en paridad de poder adquisitivo.
Naciones Unidas proyecta que África concentrará el 25% de la población mundial en 2050, lo que convierte al continente en un actor demográfico decisivo (ONU, 2022).
En comercio, China es ya el principal socio comercial de más de 120 países, muchos de ellos en Asia, África y América Latina (Khanna, 2019).
Estos datos muestran que el Sur Global no es un bloque marginal, sino un actor central en la economía del siglo XXI.
India, Brasil, Turquía y Sudáfrica: diplomacia de equilibrio
Los casos más visibles ilustran esta tendencia.
India mantiene su histórica alianza militar con Rusia, de donde proviene gran parte de su arsenal, pero al mismo tiempo se acerca a Estados Unidos en foros como el Quad. Narendra Modi lo resume como “autonomía estratégica”.
Brasil, con Lula da Silva, impulsa una diplomacia que combina liderazgo regional en América Latina con presencia global en el G20 y los BRICS.
Turquía, miembro de la OTAN, desafía abiertamente a sus aliados cuando lo considera conveniente. Ha comprado sistemas de defensa rusos, negocia energía con Moscú y actúa como mediador en la guerra de Ucrania, todo sin romper con la Alianza Atlántica.
Sudáfrica, a pesar de sus lazos económicos con Europa y Estados Unidos, no oculta su cercanía con Rusia y China dentro de los BRICS.
En todos estos casos, la lógica es la misma: no ser apéndices de las grandes potencias, sino jugadores con voz propia.
América Latina y África: autonomía en construcción
Más allá de las potencias emergentes, hay regiones enteras que revalorizan su autonomía.
En América Latina, México evita condenar frontalmente a Rusia y promueve foros regionales que excluyen a Estados Unidos. Chile y Argentina fortalecen vínculos comerciales con China sin romper con Occidente. Incluso Colombia, tradicional aliado de Washington, empieza a explorar una agenda exterior más independiente.
En África, países como Nigeria, Kenia o Sudáfrica negocian inversiones con China, contratos energéticos con Rusia y acuerdos de seguridad con Occidente. Muchos gobiernos rechazan presiones externas y reivindican su derecho a diversificar alianzas.
BRICS y otros foros: la arquitectura alternativa
El mejor símbolo de este nuevo no-alineamiento es el bloque BRICS. En su origen, era un acrónimo económico. Hoy es un foro político en expansión. Su ampliación hacia Arabia Saudita, Irán, Egipto o Emiratos Árabes Unidos demuestra que hay apetito por espacios paralelos al G7 o al FMI (Stuenkel, 2022).
Los BRICS impulsan proyectos como el Nuevo Banco de Desarrollo, que financia infraestructura en países en desarrollo, y debaten mecanismos para reducir la dependencia del dólar en el comercio internacional.
Más allá de los BRICS, proliferan plataformas regionales: la Unión Africana, la ASEAN o la CELAC, todas con un denominador común: dar voz al Sur Global sin pasar por los filtros tradicionales de Occidente.
Tensiones y contradicciones
Este retorno estratégico no está exento de dilemas. El Sur Global es un mosaico de intereses a veces irreconciliables. India y China compiten por influencia en Asia; Brasil y México rivalizan en América Latina; Turquía y Arabia Saudita chocan en Medio Oriente.
Además, persisten problemas internos: desigualdad, corrupción, falta de cohesión política. Según Transparency International (2023), más del 60% de los países del Sur Global tienen altos niveles de percepción de corrupción, lo que limita su capacidad de liderar un nuevo orden.
Escenarios de futuro
Algunos escenarios posibles:
Multipolaridad real: el Sur Global actúa unido en foros internacionales, impulsa reformas en la ONU y reduce la influencia exclusiva de Occidente.
Fragmentación: la diversidad de intereses rompe la cohesión y limita su impacto.
Instrumentalización: grandes potencias logran cooptar a parte del Sur Global, debilitando su autonomía.
Pragmatismo sostenido: los países medianos negocian caso por caso, manteniendo abierta la competencia por su apoyo.
Conclusión: un regreso con impacto
El retorno estratégico del Sur Global no es una reedición nostálgica del viejo Movimiento de Países No Alineados. Es la respuesta pragmática de Estados que, en un mundo interconectado y en disputa, se niegan a ser simples espectadores.
El mensaje es claro: ya no se trata de elegir entre Washington o Pekín, entre Moscú o Bruselas. Se trata de elegir por sí mismos.
Si el Sur Global logra transformar esa autonomía en cohesión real, podría no solo influir en las instituciones actuales, sino incluso sentar las bases de un nuevo orden internacional hacia 2050.
Referencias
Banco Mundial. (2023). Global Economic Prospects. Washington, DC: World Bank.
Khanna, P. (2019). The Future is Asian. New York: Simon & Schuster.
Mahbubani, K. (2020). Has China Won? The Chinese Challenge to American Primacy. New York: PublicAffairs.
Naciones Unidas (ONU). (2022). World Population Prospects 2022. New York: United Nations.
Prashad, V. (2007). The Darker Nations: A People’s History of the Third World. New York: The New Press.
Stuenkel, O. (2022). The BRICS and the Future of Global Order. Lanham: Lexington Books.
Transparency International. (2023). Corruption Perceptions Index 2023. Berlin: Transparency International.
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